La ambigüedad caracteriza a toda minoría oprimida, entre el intento por negar sus diferencias como forma de pasar desapercibida en el conjunto y la afirmación de las diferencias como una forma de ubicación real en el contexto, con el consiguiente reconocimiento del vínculo asimétrico existente. Esta situación está planteada desde el momento en que uno debe reelaborar si la decisión que toma en favor de la minoría que representa no es un acto de traición a la mayoría que espera de él una conducta determinada.
- No es sólo la sociedad gentil la que propone la línea que el judío ha de seguir, sino también la comunidad, que fantasea el equilibrio que puede crear con la ideología dominante.
Esta fantasía crea un "modelo de educación", donde el dato histórico no se conecta con la situación actual y por lo tanto no sirve para explicarla.
Se reconoce el dato notorio, pero al no relacionarlo con el hecho histórico, la realidad aparece como resultado de sí misma.
La historia pasa así a tornarse de un instrumento creador en uno deformante, ligando al alumno con un pasado determinado y no con un presente con el que tiene que comprometerse.
Por ejemplo: rememorar "Pesaj" (Fiesta de la Libertad), donde un pueblo se liberó de la esclavitud, no significa que nuestro pueblo no sea esclavo en la actualidad.
La memoria que queremos recuperar está ligada a vivir ese momento glorioso del pasado evitando el presente, y la identidad judía actual estaría sustentada solamente por lo que pasó y no por lo que pasa.
La memoria que una minoría oprimida debe recuperar es aquella que la lleva a su liberación, y no a la apología del pasado o a la aceptación de su situación de opresión.
Los motivos para justificar la opresión van desde su negación (todos tenemos las mismas posibilidades) hasta la transformación del oprimido en opresor (los judíos tienen el resorte de la economía mundial), con lo que adquiere una justificación que no sólo permite aumentar la represión sino también legalizarla.
El sentimiento al que fue educado el judío es el de deuda, traición, por ser lo que espera la sociedad de él. Mientras se sienta endeudado o traidor, puede crear las condiciones ideales para su explotación, que parten de hacerlo sentir único responsable de su situación: "La culpa del antisemitismo la tenemos los judíos porque no nos abrimos a la sociedad".
Lo que aparece primero es la fantasía de que el judío es el que cierra, cuando a todos nos hicieron sentir cuando aún ni siquiera sabíamos por qué, que éramos distintos.
2) Que el antisemitismo no depende de la condición judía, sino de las tensiones que es necesario canalizar.
3) Que al hacerse cargo de la opresión evita enfrentarla.
4) Niega la situación de minoría oprimida y por lo tanto transforma su búsqueda en individual.
Esta es la actitud que la sociedad espera de él: que busque solo, porque sabe que solo no puede liberarse, ya que la conciencia de su situación "grupal" es el primer paso para su liberación real.
Nosotros podemos modificar a través de una interpretación, la veracidad de un hecho social; desde hacer cargo al individuo de su situación hasta depositar en un grupo la responsabilidad de una situación de crisis.
Algunos ejemplos de la vida cotidiana nos ayudaran a comprenderlo.
Con el criterio de que "el dinero no hace la felicidad", se pretende negar la asimetría económica y legalizar la existencia definitiva de pobres y ricos.
Con el concepto de " querer es poder"; hacer depender de cada uno la posibilidad de emerger de condiciones infrahumanas, negando el factor social que las condiciona.
Decretar que la culpa del antisemitismo la tiene el judío, es sobrevalorizar una minoría con el proyecto latente de destruirla.
De creerlo el judío conforma la expectativa que la sociedad tiene de él: se torna desconfiado, sometido, se aleja de los otros, y está expuesto a la marginación, ya que así como la opresión del obrero no tiene una salida individual, tampoco la del judío la tiene.
La realidad del judío es haber sido despojado de la posibilidad de pensar que es oprimido. Así, en la tarea que se le atribuye con exclusividad, como es el "comercio intermediario", de una manera de darle al país se transforma en otra de sacarle, a los ojos del gentil, y muchas veces de sí mismo.
Cuando se discute sobre el sionismo como movimiento de liberación nacional, lo que se discute es el derecho que tiene el judío de decidir cómo liberarse.
Y, modificado a través de la interpretación, esta actitud aparece como traición cuando es la ruptura con el sometimiento.
El hecho se circunscribe a tolerar una minoría, mantenerla sometida y permitirle cierta movilidad, que asegure su situación.
Si se despoja a una persona, el límite está en dejarle "algo" pera poder seguir despojándolo. Pero frente a la escasez, ese "algo" adquiere de la significación de la libertad. Es la comida que recibe el obrero durante el día para que no agoten sus fuerzas, y pueda seguir hasta la noche.
Esa misma comida que prepara el judío, mucho más voluminosa, que mantiene como idea de poder, pero que esconde la necesidad de tener reserves suficientes si en el día de mañana tiene que "emigrar" (la comida es todo aquello que lo puede hacer sentir asegurado).
Una posibilidad es: hoy que tengo, voy a comer hasta no poder más, porque así estoy seguro de que tengo. Otra es: hoy que tengo, voy a comer hasta no poder más, por si mañana no tengo. Y una tercera: hoy que tengo, voy a comer hasta no poder más, porque si estoy tan lleno de comida, no necesito pensar en mañana.
Nosotros no estamos como nuestros hermanos en Egipto; no hay faraones que nos den latigazos, pero ¿ hacernos sentir traidores no es un latigazo como el otro? ¿intentar separar un judío del otro, no es romper la conciencia de ser una minoría y por lo tanto romper la condición necesaria para la liberación? ¿ a quién traiciona el judío, al opresor por quitarle ese "algo"' para que pueda seguir despojándolo?
Si las Instituciones Comunitarias no comprenden esta realidad, transforman una situación opresiva en conciliatoria, colaborando con este despojo. El liderazgo comunitario se preocupa por algunos hechos que pasan afuera (la distribución de panfletos, la creciente campaña antisemita que no sabe donde se origina), del cual el judío ya se insinúa corno responsable, pero al mismo tiempo confía en la buena voluntad del amigo demócrata para resolver el problema.
Cualquier intento de esclarecimiento comienza en el aspecto económico, como eje alrededor del cual se mueve la sociedad. Aquí hay otro despojo: que el dinero que posee el judío no es de é1, sino del país; se lo sacó al país porque él no es del país.
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