Siento a veces que no me quedan palabras para reclamar aquello que se han empeñado en que no sepa.
¿Que es lo que no tengo que saber?
¿ Quiénes mataron a nuestros muertos?
¿ Qué quieren que sepa?
¿ Qué algunas muertes tienen culpables y otras no?
¿ Qué no se le puede preguntar sobre la muerte a los que matan?
¿ Qué nadie debe aspirar a saber la verdad, porque se va quedando sin palabras, y quien se queda sin palabras se queda sin vida?
Cuando el poder pudo mas que la memoria la voz que fue grito se volvió lagrimas, murmullo, susurro, y por último: silencio.
Cuando la memoria fue mas fuerte que el poder, el susurro se volvió murmullo, el murmullo se volvió grito, el silencio palabra, la palabra denuncia, el grito se hizo ronquera y la ronquera se torno voz. Mientras marcha parada en el mismo lugar la voz ya no grita, ni murmulla, ni susurra, sino dice: aquí estoy, acompañada por el sonido atemporal del shofar.
Me dijeron que no tengo que saber la verdad, pero me digo que no puedo dejar de saber lo que vi.
Me dijeron que quería confundir, y yo entendí que querían confundirme.
Nos maltrataban en nuestro nombre y nos decían que era por nuestro bien.
Me dijeron que me calle y trate de no callarme aunque me faltaran las palabras.
No hablo en nombre de los muertos, hablo sobre la muerte que llevo adentro.
No hablo en nombre de los familiares de los muertos hablo en nombre propio.
Mientras espero que las instituciones garanticen la seguridad de sus ciudadanos, hablo para que nuestro espíritu salgo de debajo de los escombros.
No hablo sobre el juicio que se inicia sino sobre la verdad que puede desaparecer con el juicio.
Alguien me preguntó: - ¿ en que va a terminar esto?
- Creo que no va a terminar, sino que se va a interrumpir. Cuando alguien evita saber como y quién empezó el atentado, no lo puede esclarecer .
- Yo le pregunte a esa persona: - ¿ Cómo va a terminar? Y me contesto:
- Nuestra causa no es ajena a la justicia. Casi todas las causas aún están sin resolver. ¿ Por qué seguir? – me preguntó.
- Para que quede claro que ocurrió y que no vuelva a ocurrir- le contesté.
Los piqueteros organizan piquetes. Interrumpen las rutas para que nadie pueda pasar por alto su existencia y su demanda.
Los desocupados caminan, no corren, no interrumpen pero se interponen. Avisan del hambre.
Los que tienen sus ahorros en el corralito, usan cacerolas, denuncian y golpean.
Todos tratan de ser perseverantes hasta descubrir que cuando la frustración es su destino, no existe la perseverancia para siempre.
Ellos cambiaron las palabras y dijeron: la perseverancia es el destino.
Una nueva forma de represión tiene el poder: los mensajes que emite como: la perseverancia es el destino.
No es una persona la que reprime, es un proyecto político y económico el que reprime.
Y reprimir también es que nos digan que tenemos que tener paciencia.
Ser perseverantes, tener paciencia, esperar, la nuevas formas de la represión.
El poder se esfuerza por transmitirnos de que el proyecto represor tiene el nombre de una persona: - hay que darles algo, mejor aún a alguien para que no piensen en nosotros.
El poder se pregunta- ¡Que quieren!: ¡nosotros recién entramos y nos tratan como si nosotros hubiésemos creado la situación de quiebre en que se encuentra la Argentina.
Me pregunto - ¿ Dónde están los responsables de antes?
No hubo antes como no hubo muertos.
Los desocupados, los piqueteros, los que fueron robados de sus ahorros, todos marchan hacia el mismo lugar: otra plaza. No están juntos por el mismo motivo, y sólo pueden juntarse por distintos motivos: pero tienen en común que pelean para que algo vivo no se muera.
Cuando se trata de muertos la palabra es para denunciar el silencio.
No es ostentosa, es dolorosa.
No es para obtener poder, es para no quedar atrapado en la desesperación.
Cuando la palabra por el muerto se hizo poder, quién la pronuncia se olvido del muerto y se acordó de sí mismo. Es uno de los caminos de la frustración en aquellos que siempre buscaron el poder. Confunden la venganza con la justicia.
La venganza es para siempre, la justicia es para que el castigo a los culpables permita enterrar a los muertos.
Ellos nos acusan de querer vengarnos porque no conocen la palabra justicia.
Nosotros pronunciamos la palabra justicia para no quedar atrapados en el deseo de venganza.
La justicia ilumina mientras que la venganza oscurece.
La venganza no permite que la vida siga, mientras que la justicia es para que pueda seguir la vida.
La venganza fomenta el heroísmo mientras que la justicia crea otra posibilidad de amar.
No tenemos que confundir quién es nuestro enemigo: son los que pusieron la bomba y quienes
los ayudaron. Nuestros enemigos van a intentar que despleguemos la violencia entre nosotros.
Esta es nuestra presencia: la plaza y la continuidad. No fue el 18 de cada año. No fue el 18 de cada mes. Fue el lunes de cada semana, donde se dijo de todo, contra todo y a favor de mucho.
No es el lugar de las cacerolas, ni de los piquetes, ni de las marchas a través de ciudades. No es el lugar de las acciones, es el lugar del tiempo. Lunes tras lunes le damos un espacio en el tiempo a la memoria. Nosotros tenemos memoria, no somos ni seremos memoria: creamos un espacio para el tiempo de la memoria.
Perseguimos la justicia como podemos.
- ¿Porque están aquí? Nos preguntan.
- Para que Ud nos pregunte y nosotros no les contestemos. Para que su escucha se transforme en palabra propia. Nuestra manera de marchar es estar parados en una plaza. Si caminamos nos quitan el lugar, como antes lo hicieron con los muertos.
- Se van a cansar de no saber la verdad.
- No nos vamos a cansar porque no nos vamos a morir por esperar. Tratamos de impedir que sigan matando porque todos estabámos cansamos.
Fuimos escuchados, agredidos, valorados, reconocidos, desconocidos. Fuimos los denunciantes y los denunciados, y el blanco de otros, que sólo pueden ser ellos mismos, si el blanco somos nosotros.
Soy pluralista con un límite: la exclusión de aquel que me quiere destruir y no soy fundamentalista porque tengo un límite.
Hace muy poco mientras viajaba en un taxi el chofer me dijo:
- Me parece que esto va a terminar en una guerra civil.
Le pregunté: - ¿ entre quién?
- ¿Cómo entre quién? me contesta- Pobres contra pobres.
- ¿Y para qué? le vuelvo a preguntar.
- No sé, me dice.
- ¿ No será porque es mejor muertos que pobres? - le sugiero
- No lo había pensado.
- A las 400 semanas y siendo las 9,53 en todos los relojes, denuncio que se ha cometido un
crimen; y que se siguen cometiendo crímenes con bombas que causan otras formas de muerte.
jueves, 10 de mayo de 2007
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