Querido y amado tio,
La idea que estamos ahora aquí parados, en tu entierro, nos es todavía imposible de captar.
Pensar que no hablaremos más contigo, no te veremos, no te escucharemos ni a tí, ni a tú risa, es algo que sobrepasa nuestro entendimiento.
Siempre nos dijiste que vivirás por lo menos hasta los 90 porque tu función es enseñar a los jóvenes como vivir. Nosotros no sabemos si es posible enseñar a alguien como vivir pero tú nos mostraste e iluminaste el camino.
Tú seguiste tú camino también cuando surgieron dificultades, obstáculos y vallas que hubiera parecido eran imposible de superar.
Nuestros sentimientos hacia tí son tan fuertes que no se pueden expresar en palabras.
La palabra "tio" es pequeña y no expresa aun en lo más mínimo lo que tú fuiste para nosotros.
Tu amor por nosotros no tenía límites. Fuiste para nosotros como un padre que nos brindo amor, entrega y apoyo.
Eras un confidente de diálogo y secreto.
Sabías cosas nuestras que ningún otro sabía.
Siempre supiste, aún de lejos, captar lo que estábamos sintiendo dentro nuestro. Era imposible engañarte. Cuando estábamos preocupados hablabamos contigo y luego todo se veía distinto, más claro y sencillo. Eras el primero en identificar, examinar y guiar hacia lo que era más conveniente hacer.
Cuando te contábamos acerca de algo feliz que nos pasó tú reaccionabas como si hubieras escuchado el hecho más maravilloso de tú vida.
Fuiste para nosotros una mezcla de psicólogo, hombre de letras y médico. Estuviste implicado en nuestras vidas, en lo más recóndito de nuestras almas, desde el día que nacimos.
Nos llamabas " mis tesoros", "almas mías".
Nos sentíamos tan especiales y queridos por tú causa.
Estuviste siempre tan lejos y sin embargo tan cerca.
Estabas orgulloso de nosotros y nostros de tí. Escuchabamos de tí por todas partes y de tanta gente distinta a los que entraste en sus vidas dejando una marca imborrable. Cientos de personas que lloran tu muerte aquí y en Argentina son testimonio del hombre especial y maravilloso que fuiste, casi un Dios decian de tí.
Nosotros nos sentimos elegidos y bendecidos porque fuiste nuestro. Nosotros somos lo que somos tambien por tí. Nos enseñaste a creer en nuestro camino y a saber que lo único valioso por lo que vale la pena vivir es el amor. Esto estamos aún estudiando, a nuestro ritmo, por y quizás gracias a la fé, la esperanza y la seguridad de las que nos imbuiste a lo largo de los años.
Tuvimos también el privilegio de ver la relación especial y emotiva entre tú y papá. Fueron tan cercanos y unidos. Papa te dió parte de su cuerpo y asi vivieron unidos en cuerpo y alma, sintíendose uno al otro a través de la distancia.
El hecho que llamaste a papá a estar contigo en Argentina, hace justo una semana, porque querías despedirte de él pero también porque sabías que importante era para él verte y despedirse de tí, refleja quien fuiste: poseedor de una capacidad extrordinaria de pensar y sentir al otro.
Por eso también nos protegiste a nosotros durante los últimos meses. No quisiste que sepamos la inmensidad de tu sufrimiento. Cuando te preguntamos cómo estás reuniste todas las fuerzas de tú optimismo para responder que vas a pasar esta también, que no hay motivo ni necesidad de que nos preocupemos por tí, que nos centremos en nosotros que eso es mucho más importante.
Nosotros elejimos recordarte optimista, riendo en voz alta, prendiendo un cigarrillo y diciéndonos cuanto no es sano...
El pensamiento que no estarás más con nosotros es tan triste y doloroso.
Nosotros nos consolamos con la idea que te fuiste alegre y tranquilo. Sabías que estábamos bien y felices. Como si hubieras ordenado nuestras cosas y ahora te puedes ir, dejar tu lugar para nuevos comienzos, nuevas vidas.
Nos faltaras hasta el infinito, tenemos la esperanza que ya no tienes más dolores.
Te amamos y ya estamos extrañándote.
Tú familia, que te quiere.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario