"Cuando muera, algo de mí morirá en ti. Cuando mueras, algo de ti en mí, morirá contigo. Porque todos - sí, todos - todos juntos formamos un único y vivo tejido humano; y cuando alguien nuestro se va, algo en nosotros muere, y algo queda con él..."
(Moti Hammer, "Un solo tejido humano")
El cuerpo de Janán Nudel Z'l ya descansa en la silenciosa tierra del kibutz de su familia, Lehavot Haviva, en la Baja Samaria.
Sus familiares, amigos y discípulos de todos los confines de Israel acudieron a despedirse de él. Veteranos con muchas horas de Janán en su haber y jóvenes que tan solo alcanzaron a leer o debatir algunos párrafos de sus libros, artículos o discursos. Activistas de la Agencia Judía, miembros de Hashomer Hatzair, de la Jativá Mordejai Anilevitch y de Nueva Sión, académicos, periodistas, intelectuales y varias generaciones de janijim. Un verdadero conglomerado humano de lujo, que carga sobre sus espaldas una historia muy particular del judaísmo argentino y latinoamericano.
Cada uno llegó con su Janán...
Para algunos, el médico psiquiatra, para otros, el director del Centro Médico Sefardí. Para muchos el fundador de la escuela Mordejai Anilevitch, para varios el presidente de la Asociación de Profesionales Judíos de la República Argentina. Para todos el filósofo, el profesor, el disertante, el escritor, el pensador, el ensayista, el creador, el madrij, el coordinador, el supervisor, el luchador, el amigo...
En fin, demasiado Janán para repartir entre tanta gente.
Su sobrino recalcó el lugar determinante que Janán ocupaba en el íntimo marco familiar. Dóvale Fishbain, miembro de su kvutzá, relataba como soñaban juntos "el sueño profundo de la juventud", y como escuchó hace unos días a Miguel Steuermann, director de Radio Jai, decir que Janán siempre iba en busca del diálogo y encontraba los términos exactos para definir las situaciones más controversiales.
Nurit y Najshón Aizen, también amigos íntimos, hablaron sobre la necesidad de Janán, en sus últimos días, de contarles en Argentina sobre las diferentes etapas de su vida; sobre el enorme dolor que le produjo saber que no podría hacer aliá junto a sus javerim de la tnuá, o sobre su familia en Israel, de la cual se sentía tan orgulloso.
Leonardo Senkman leyó partes de la última carta que Janán le envió anunciando su próximo final.
Luego siguió una selecta variedad de frases de Janán, extaídas de sus escritos:
"...Frente a la adversidad hay dos posibilidades: sufrir o acusar. El que sufre encuentra los recursos propios que incluye sus seres afectivos. La energía, el equilibrio, la fuerza y en particular el espíritu, mientras que se convierte para las personas en un ser para los demás, y los que tenemos la posibilidad de amar, vivir para seguir siendo uno y ayudar a quien decidió que necesita de uno.
En los que acusan se quedan solos tramando venganzas, despechados con la vida, enojados, como si algún otro hubiera producido el malestar..."
"...Es inevitable la pregunta: ¿Porqué a mí? Y la inequívoca respuesta: ¿porqué no?..."
"...Mi principio fundamental es que saber es más importante, útil y tranquilizador que nos saber..."
"...Tengo una enfermedad que me consume mucha energía, pero en ningún caso me esclaviza ni tampoco me somete. No es mi rival, no es mi enemiga, no es una parte no elaborada de mi sistema psíquico, es del lenguaje del cuerpo. En el ser humano hay enfermedades que entran por el aparato psíquico y hay enfermedades que entran por el cuerpo, y ambas luego toman la totalidad..."
"...Recuerdo las palabras de mi analista: "Ten presente que siempre te ha salvado la sinceridad que tuviste con tu cuerpo”. Pero hay algo más: el deseo de vida; siempre que haya alguien en quién esté puesto ese deseo..."
Creo que a pesar de lo que escribe Moti Hammer en sus versos, mientras la gente continue viviendo en cada uno, no morirá tan fácilmente. De ser así, no hay duda que Janán tiene garantizada su continuidad durante mucho tiempo y a través de muchos que tuvieron el privilegio de conocerlo y dialogar con él.
En momentos en donde el abuso de las palabras hace que los significados de las mismas se devaluen, se puede decir que el espacio que Janán ha desarrollado con su inteligencia, análisis, profundidad, sinceridad y agallas, no será fácilmente ocupado.
Para quienes viven en el mundo de los interrogantes, aceptan la diversidad, alientan el aprendizaje, promueven la autocrítica y la crítica; para quienes profesan la religión del humanismo, acatan la duda y ansían una comunidad creativa y emprendedora, se ha marchado un enorme militante y un brillante maestro.
Cada uno y su Janán...
Para mí, personalmente, Janán siempre será como ese pequeño gusanito o como esos largos trenes con una locomotora en cada extremo que permite al conductor observar el mismo paisaje en su trayecto de ida y vuelta. La cola es también cabeza, de modo que el tiempo, y con él nuestra vida, siempre pueda admitir tener una doble percepción y un doble sentido.
Así evolucionan nuestras almas, Janán sigue viviendo en quienes lo aman, siente en ellos nuevas experiencias, como si en nosotros fuera corrigiendo errores anteriores, paso a paso, hasta que, al fin, ese mismo gusanito llega un día a donde se encuentran las hojas, descubre el tronco y pretende descender o alcanzar la punta de una de ellas, entiende que llegó la hora de formar capullo y amanecer convertido en mariposa que logra su libertad en la plenitud del vuelo.
Entonces, su alma alcanza su paraiso particular, el que ella ha elegido: la tierra mansa o la convulsiva; allí donde el tiempo se detiene porque no queda futuro, porque vivir o morir se transforma en un presente continuo, porque el espíritu ha comprendido que la vida o la muerte son ahora, ya mismo, sin soňar con recuerdos ni anhelar esperanzas.
Descanza en paz, mi amigo Janán...
(Moti Hammer, "Un solo tejido humano")
El cuerpo de Janán Nudel Z'l ya descansa en la silenciosa tierra del kibutz de su familia, Lehavot Haviva, en la Baja Samaria.
Sus familiares, amigos y discípulos de todos los confines de Israel acudieron a despedirse de él. Veteranos con muchas horas de Janán en su haber y jóvenes que tan solo alcanzaron a leer o debatir algunos párrafos de sus libros, artículos o discursos. Activistas de la Agencia Judía, miembros de Hashomer Hatzair, de la Jativá Mordejai Anilevitch y de Nueva Sión, académicos, periodistas, intelectuales y varias generaciones de janijim. Un verdadero conglomerado humano de lujo, que carga sobre sus espaldas una historia muy particular del judaísmo argentino y latinoamericano.
Cada uno llegó con su Janán...
Para algunos, el médico psiquiatra, para otros, el director del Centro Médico Sefardí. Para muchos el fundador de la escuela Mordejai Anilevitch, para varios el presidente de la Asociación de Profesionales Judíos de la República Argentina. Para todos el filósofo, el profesor, el disertante, el escritor, el pensador, el ensayista, el creador, el madrij, el coordinador, el supervisor, el luchador, el amigo...
En fin, demasiado Janán para repartir entre tanta gente.
Su sobrino recalcó el lugar determinante que Janán ocupaba en el íntimo marco familiar. Dóvale Fishbain, miembro de su kvutzá, relataba como soñaban juntos "el sueño profundo de la juventud", y como escuchó hace unos días a Miguel Steuermann, director de Radio Jai, decir que Janán siempre iba en busca del diálogo y encontraba los términos exactos para definir las situaciones más controversiales.
Nurit y Najshón Aizen, también amigos íntimos, hablaron sobre la necesidad de Janán, en sus últimos días, de contarles en Argentina sobre las diferentes etapas de su vida; sobre el enorme dolor que le produjo saber que no podría hacer aliá junto a sus javerim de la tnuá, o sobre su familia en Israel, de la cual se sentía tan orgulloso.
Leonardo Senkman leyó partes de la última carta que Janán le envió anunciando su próximo final.
Luego siguió una selecta variedad de frases de Janán, extaídas de sus escritos:
"...Frente a la adversidad hay dos posibilidades: sufrir o acusar. El que sufre encuentra los recursos propios que incluye sus seres afectivos. La energía, el equilibrio, la fuerza y en particular el espíritu, mientras que se convierte para las personas en un ser para los demás, y los que tenemos la posibilidad de amar, vivir para seguir siendo uno y ayudar a quien decidió que necesita de uno.
En los que acusan se quedan solos tramando venganzas, despechados con la vida, enojados, como si algún otro hubiera producido el malestar..."
"...Es inevitable la pregunta: ¿Porqué a mí? Y la inequívoca respuesta: ¿porqué no?..."
"...Mi principio fundamental es que saber es más importante, útil y tranquilizador que nos saber..."
"...Tengo una enfermedad que me consume mucha energía, pero en ningún caso me esclaviza ni tampoco me somete. No es mi rival, no es mi enemiga, no es una parte no elaborada de mi sistema psíquico, es del lenguaje del cuerpo. En el ser humano hay enfermedades que entran por el aparato psíquico y hay enfermedades que entran por el cuerpo, y ambas luego toman la totalidad..."
"...Recuerdo las palabras de mi analista: "Ten presente que siempre te ha salvado la sinceridad que tuviste con tu cuerpo”. Pero hay algo más: el deseo de vida; siempre que haya alguien en quién esté puesto ese deseo..."
Creo que a pesar de lo que escribe Moti Hammer en sus versos, mientras la gente continue viviendo en cada uno, no morirá tan fácilmente. De ser así, no hay duda que Janán tiene garantizada su continuidad durante mucho tiempo y a través de muchos que tuvieron el privilegio de conocerlo y dialogar con él.
En momentos en donde el abuso de las palabras hace que los significados de las mismas se devaluen, se puede decir que el espacio que Janán ha desarrollado con su inteligencia, análisis, profundidad, sinceridad y agallas, no será fácilmente ocupado.
Para quienes viven en el mundo de los interrogantes, aceptan la diversidad, alientan el aprendizaje, promueven la autocrítica y la crítica; para quienes profesan la religión del humanismo, acatan la duda y ansían una comunidad creativa y emprendedora, se ha marchado un enorme militante y un brillante maestro.
Cada uno y su Janán...
Para mí, personalmente, Janán siempre será como ese pequeño gusanito o como esos largos trenes con una locomotora en cada extremo que permite al conductor observar el mismo paisaje en su trayecto de ida y vuelta. La cola es también cabeza, de modo que el tiempo, y con él nuestra vida, siempre pueda admitir tener una doble percepción y un doble sentido.
Así evolucionan nuestras almas, Janán sigue viviendo en quienes lo aman, siente en ellos nuevas experiencias, como si en nosotros fuera corrigiendo errores anteriores, paso a paso, hasta que, al fin, ese mismo gusanito llega un día a donde se encuentran las hojas, descubre el tronco y pretende descender o alcanzar la punta de una de ellas, entiende que llegó la hora de formar capullo y amanecer convertido en mariposa que logra su libertad en la plenitud del vuelo.
Entonces, su alma alcanza su paraiso particular, el que ella ha elegido: la tierra mansa o la convulsiva; allí donde el tiempo se detiene porque no queda futuro, porque vivir o morir se transforma en un presente continuo, porque el espíritu ha comprendido que la vida o la muerte son ahora, ya mismo, sin soňar con recuerdos ni anhelar esperanzas.
Descanza en paz, mi amigo Janán...
Alberto Mazor (Desde Israel)
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