viernes, 2 de agosto de 2013

Eran las 19 horas de un miércoles. Debíamos esperar media hora para comenzar si el ritual, de llamar a la reunión media hora antes se cumplía con la rigidez de un rito. Pero no fue así. Empezamos a las 19, 45.
El rabino Alejandro Abruj, estaba sentado a mi izquierda y como todos los miércoles, conversábamos acerca de la reunión de madrijim mientras esperábamos que ellos se acomodaran.

Como todas las reuniones el rabino hablaría sobre el tema de a las fuentes judías, en esa oportunidad, mas precisamente sobre el liderazgo en las fuentes judías, para lo cuál eligió cuatro modelos de liderazgo: Dios, Abraham, Moisés y Iojanan Ben Sakai.

A mi me habían sugerido hablar sobre el liderazgo y la función de Madrij.

Las reuniones seguían un modelo: Un presentador los informaba sobre el tema; el rabino seguía con el liderazgo en las fuentes, yo continuaba con el liderazgo judío en el rol de Madrid.

Se distribuirían en grupos a analizar y tratar de contestar  las preguntas formuladas por nosotros, una cada uno, y finalmente, comentarían las conclusiones que cada grupo había sacado. Nosotros cerraríamos redondeando el tema.

Cuando terminó el rabino, comencé describiendo lo que en ese momento estaba transcurriendo. Tenía la convicción de que  si lograba explicar lo que ocurría en ese encuentro con nosotros, quedaría claro como era la relación de ellos con los grupos. Ese era el espacio donde se reproducía ese vínculo particular entre un Madrij, que nunca puede legitimarse a si mismo y un janij, que esperaba encontrarse en un lugar que lo incluyeran sin el concebido cuento que les recordara que estaban en un lugar judío.

Si los madrijim no comienzan por tener, en el sentido de haber tomado conciencia de su judaísmo, era poco probable que pudiesen transmitirlo.

Era claro para mí que sólo aquello que esta vivo en uno es lo que transmite;  sino se tornan palabras huecas destinadas a llenar vacíos de nada.

A ellos les preocupaba  si son o no líderes comunitarios. Es obvio que de ser líderes comunitarios no necesitan ninguna confirmación. Según como ellos tienen incorporada la palabra líder, no era posible duda alguna.

El sentido del encuentro para nosotros era distinto: el ser madrij como misión y como agente transformador, que se va transformando a sí mismo. Cada uno de nosotros lo leía e interpretaba desde otro lugar. Pero el sentido de la misión estaba claro para los dos.

La palabra líder los fascinaba seguramente por tener una referencia que le diese más legitimidad que la palabra madrij, en la que no podían reconocerse en un orden de jerarquía.

En un mundo postmoderno la legitimidad se da por la posibilidad de ingresar al mercado. Ser una empresa “líder”, santificar el éxito, tener poder para que otros ejecuten las órdenes sin preguntar. Sólo el poder pregunta y no contesta, mientras que el otro sólo contesta, y no puede preguntar. Detrás de la fascinación por la palabra líder esta enmascarado el poder, que es tener una supremacía sobre los demás.

La palabra madrij no habla de poder, más aun, pareciera que en la postmodernidad representa lo anticuado, lo caduco, lo viejo, lo desechable, y desde la institución un madrij es necesario para entretener a los chicos. Es una figura que actúa de muralla entre los padres y la comisión directiva.

En realidad el madrij como un transmisor del judaísmo a través del amor, contradice por ideología el proyecto institucional, que como ocurrió siempre se sostiene por la continuidad de los hijos en la comunidad  y por el bien de ellos.

“Los padres dicen o quieren”. Decir que quieren es sólo decir que quieren, que no significa que quieran

Nosotros somos madrijim, y es cierto que cuando no podemos ser madrijim porque el judaísmo no esta vivo en uno, nos convertimos en líderes.

¿No es acaso comprensible que a un curso o escuela de madrijim, se la nomine   “ESCUELA O CURSO DE LÏDERES”?

La misma institución cree que utilizar una palabra del mercado es más moderno, aunque tergiverse el rol de madrij.

El concepto que quería transmitirles era el que estaba vivo en mí: una concepción de vida en la cual la educación privilegiaba el amor antes de que ellos privilegiaran el dinero como lugar de seguridad.

No se trataba de una competencia con los padres, sino de una manera distinta de ver la vida. No se trataba de un concepto efímero, sino de un rol efímero que podía dejar huellas en ellos y en los janijim.

Tenían que tener claro que la palabra rol, implicaba un vínculo. Había madrij porque había janij, como que hay médico porque hay paciente, madre porque hay hijo. Pero no era suficiente, debían saber además que se puede tener status de madrij (ser nombrado por alguna jerarquía en la institución) y sin embargo no tener el rol, si uno no realiza la tarea  para la  que fue nombrado.

Salvo por alguna vestimenta particular, sus procedencias no tuvieron lugar en el encuentro. Podían ser de instituciones socio-deportivas, movimientos jalutzianos, trabajar en Buenos Aires o en el interior. Eso denotaba que en los grupos de los que ellos eran madrijim, no había diferencias significativas de acuerdo al origen.

No competían. No sé con exactitud que transcurrió en los grupos, aunque el rabino circuló por alguno de ellos. Formaba parte de las consignas que nos habíamos impuesto pero preferí no participar.
Me preguntaba si tenían clara cual era su misión. Les aclare que en la actualidad al transformarse la escuela en una institución que debía competir con otras, los planes se habían modificado y era poco el material sobre judaísmo que recibían los alumnos.

Los padres alentaban el aprendizaje del idioma inglés y computación, u otras materias que prometieran cierta salida laboral en un país en el que la desocupación ya es un problema cotidiano, y donde la gente se debate entre insultar a un piquetero por todo lo que obstaculiza, o solidarizarse en esa manera de expresar su situación.

Es comprensible para los padres que buscan la seguridad de los hijos, tal vez deberían pensar también en su felicidad deshaciendo ese principio de identificación entre bienestar y dinero.
Es el madrij el único que puede ingresar al janij al judaísmo desde el amor. Experimentar una manera de ser judío que sea la que puede, pero que se sostenga en la conciencia y en el espíritu. Esa era la palabra: el espíritu.

El espíritu transforma la palabra, de la misma manera que el amor transforma la imagen del objeto de amor.

No vemos lo mismo porque cambia la mirada y no la perspectiva.

Porque el espíritu dice la verdad, la perspectiva puede ser engañosa para el que observa.

No se trata de engañar sino de no traicionar, cuando la mirada de los padres (que es verdadera) o la de los otros, es más importante para uno que la de uno mismo.

Esa oportunidad no pueden desperdiciarla: es necesario la entrega, la que cada uno pueda, y la que sólo el amor que uno tiene por aquello que hace lo permite.

El amor que transforma, que los transforma, que no confunde porque uno sabe que en eso cree y con eso crea.

Quise transmitirle con más firmeza, que si ellos querían podían desperdiciar la oportunidad de ser madrjim, no como líderes sino como guías en el ingreso de un niño al judaísmo, pero a lo que no tenían derecho era a impedir  que un niño no pudiera ser janij. Eso no era posible para lo cual debían saber en que lugar estaban.

Cuando nos sentamos me llamó la atención la manera que estaban distribuidos: en la primera fila habían varias sillas vacías.

En el medio mucha gente sentada, muchos escuchando y otros hablando entre ellos mientras nosotros hablábamos, y al fondo había muchos parados.

Esa era la relación que tenían con los janijim.

De no ser por los que estaban parados en el fondo, pensaría que en esta comunidad faltan madrijim (por las sillas vacías), pero no, lo que mostraban las sillas vacías era que los algunos madrijim dejan a los janijim solos. Otros conversan entre sí para pasar una tarde sin que los janijim sean un problema. Otros están en la puerta: ni entran ni salen. Es cuando no sabemos si contamos con ellos o no. ¿Cuál puede ser una explicación?

¿Tendrán claro su judaísmo? ¿Será que no están cómodos en la institución en la que trabajan? ¿No tendrán clara la misión de que significa ser madrij? ¿Con que concepto lo tendrán asociado? ¿Puede que la tecnología y lo técnico los haya penetrado tanto que no pueden sostener una relación con un otro real?

Fue muy importante para mí haber compartido el trabajo con el rabino Abruj, su sinceridad y lucidez le permitieron transmitir los contenidos que estaban vivos en él. Su análisis se centro si es suficiente con educar o es necesario transformar a otro y transformarse como destino de la misión. El rabino sostuvo su análisis desde las fuentes judías y  agregó su experiencia.

Mi pregunta fue: si para ser madrij era necesario ser judío, o podía ejercer el rol alguien que no fuera judío.

Mi análisis lo hice desde mi formación cultural y la experiencia en un rol que aun esta vivo en mí: es en el lugar de janij que ingrese al judaísmo como experiencia ya que vengo de una casa religiosa y concurrí a la escuela judía (el shule), donde aprendí sobre judaísmo como comportamiento y no como espíritu. El ejemplo más claro era cuando mi mamá nos decía que para nosotros era una vergüenza cuando nos hablaba en idish. 

Era cierto.

Ahora no, es un placer. Los mejores encuentros con mi hermano son  cuando hablamos en idish y recordamos ese judaísmo del sur de Buenos Aires, donde la sinagoga era una casa, y donde mis padres se reunían los sábados y jugaban unos y hablaban los otros.

Como madrij lo hago hasta hoy. Primero en un movimiento jalutziano, después en la Amia, y lo sigo siendo en todos los trabajos que hago aunque no tenga ese nombre, pero si ese espíritu.

Todos coincidían en la transformación como tarea, algunos dudaron de que fuera  necesario ser judío para ser madrij y otros se preguntaban si están en condiciones de asumir esa responsabilidad.

Respondimos lo que pudimos. Ellos pueden asumir la responsabilidad que su posibilidad les permite.

Como dijo el rabino toda experiencia debe tratar de ser transformadora; si lo nuestro posibilito que algunos entendieran mejor su judaísmo y con eso faciliten el ingreso de sus janijim, bienvenidos a casa.
Cada uno a su manera ingreso su palabra: el rabino, los madrjim y yo. Y desde su lugar encontramos lo más importante: que es habernos encontrado.  

Entre crisis y punto crítico

    EL TRABAJO DEL PROFESIONAL   EN UN A COMUNIDAD EN CRISIS                                     Dr. Janan Nudel

Cuando a fines del año 1986s e manifestó mi enfermedad en el riñón, se produjo un cambio en mi relación con el mundo. Debía convivir con la conciencia de una enfermedad con pronóstico favorable y algunas restricciones. A medida que la evolución se hizo desfavorable debí apelar a más recursos para poder sostenerme en ese punto crítico. A las restricciones se agregaban primero medicamentos y finalmente la diálisis, como única manera de sostener lo insostenible.

Era el único y último recurso de que disponía para sostenerme en el punto crítico. Pero aún no se había producido una crisis en mí, aunque las condiciones de vida se hacían cada vez más difíciles.

La crisis apareció cuando reconocí que la única posibilidad de cambio era pedir o aceptar de mi hermano, para realizar un transplante. Eso significaba un cambio en la concepción de vida que tenía hasta ese momento: pasar de la tarea de llenar el vacío del otro, a crear un vacío en el otro, como condición para que un cambio fuese posible.

Sólo cuando pude cambiar de concepción, acepté un riñón de mi hermano, se realizó el trasplante y la crisis se resolvió favorablemente, en cuanto a devolverme un proyecto de vida.

La diálisis fue el último recurso para sostenerme en un punto crítico; el trasplante fue la salida exitosa de una crisis, pero la condición fue transformar el punto crítico en una crisis ( crear un vacío en el otro) para que el cambio fuese posible.

Dejó de llover, parecía el final de un clima incierto, pero luego salió el sol. Ese clima incierto en el que siempre está por producirse algo es el que me confunde.

Podría cambiar la perspectiva y decir, que es un clima cierto en el que siempre se produce algo incierto.

No puedo reconocer cuál de las dos situaciones es la real: si crisis es un momento agudo o un estado crónico, con momentos de estabilidad y otro de agudización.

Una crisis es la consecuencia de una situación que se hizo insostenible y que exige de quien la soporta un cambio en la concepción de su vida, traducida en un comportamiento, que se agoto en su posibilidades de actuar como sostén de un proyecto.

Su presencia implica que los recursos para vivir se hicieran insuficientes, en un proceso evolutivo de índole personal, grupal, institucional o comunitario.

Al mismo tiempo que denuncia el final de un estado de equilibrio o desequilibrio, anuncia la existencia de nuevas condiciones que hacen que un cambio sea posible.

Si no es generadora de una posibilidad de cambio, no hablamos de una crisis, sino de un punto crítico en un proceso evolutivo.

PUNTO CRITICO

La creación del Estado de Israel, por ejemplo, es la solución favorable de una crisis, aunque ahora atraviese por un punto crítico.

Vivir en un punto crítico permite el acto heroico de enfrentarlo como un desafío (como capacidad de tornar soportable lo insoportable), mientras que la crisis no permite ningún desafío, ya que resultó del fracaso de todos los intentos por sostenerse en el punto crítico.

El punto critico es el resultado de una serie de adaptaciones a condiciones que se fueron haciendo desfavorables y a recursos insuficientes para poder sostener un proyecto (cuando ya no puedo hacer nada más, algo más puedo hacer, tengo que encontrar el recurso).

El punto crítico no anuncia un cambio, es decir que confirma un sentido a diferencia de la crisis que replantea el sentido.

En el plano comunitario aparecen una serie de modificaciones como recortes, normas, despidos y reducciones de tiempos y espacios a fin de superar el momento y continuar en el mismo proyecto. Es capear el temporal, pasar el invierno, y cuando se cronifica, también la primavera, el verano y el otoño, y los años que sean necesarios para concretar aquello que nos propusimos.

La primera consecuencia del punto crítico en la comunidad es la modificación del sistema vincular. El directivo se convierte en patrón, el profesional en empleado, el socio en déspota, y las partes se articulan para evitar la pérdida. El proyecto es retener en lugar de crear.

La imaginación es una función suprimida y la convicción ocupa su lugar. La reflexión es sustituida por la decisión. En el punto crítico no existe la posibilidad de imaginar una propuesta distinta para el socio, por la convicción que si se asocia al socio en la dificultad, éste se irá.

El socio fue, es y será el mismo. La comunidad fue, es será la misma. La función de la comunidad es llenar el vacío del socio.

En el punto crítico uno se siente en manos de otro, porque donde se mantiene el punto crítico no puede haber crisis. En la crisis algo está en manos de uno mismo, crear la posibilidad. La confusión entre punto crítico y crisis, impide la búsqueda de una salida posible.

Podemos enunciarlo así: Mientras existe el punto crítico (que sostiene el sentido), no puede aparecer la crisis (que pone en cuestionamiento el sentido).

El punto crítico incita a una comunicación espontánea entre la gente, alrededor de una crisis que no se vive, y genera la pregunta de “como sigo” y no “que cambio” . presentiza el futuro y potencializa los miedos; el destino se hace inevitable.

La comunidad judía, que es la que nos ocupa, atraviesa un punto crítico al que se nombró como crisis para mantener la ilusión de que estamos frente al cambio.

Podemos formularlo así: los recursos de la comunidad judía organizada no son suficientes para compensar la falta de conciencia de los judíos de que la continuidad judía es un tema de todos y busca nuevos recursos para mantener esa inconciencia. El profesional es el recurso principal.

El punto crítico colocó al profesional en el lugar de un vendedor que mediante una actividad compradora de un judío permite que éste siga ignorando su condición.

El punto crítico alienta en el dirigente el autoritarismo e, instalados en el punto crítico, el vínculo dirigente profesional no encuentra un espacio para pensar.

Si el futuro se presentiza, la continuidad judía aparece como un problema ante la fantasía que el Estado de Israel desaparezca, porque mientras exista, la continuidad judía está depositada en Israel.

IMGEN DESVALORIZADA

Ser dirigente hoy, en la comunidad judía, ya no es un lugar de reconocimiento, pues no da imagen, no mejora la autoestima; en pocos casos es proveedora de un lugar para hacer negocios. Y es, más bien, una imagen desvalorizada.

Para el profesional, los recortes y la remuneración no lo hace un trabajo creativo. Pero tampoco para los profesionales es una crisis, porque en lugar de replantear un sentido, buscan nuevas fuentes de ingreso para mantener el mismo sentido.

Haber quedado involucrado en el punto crítico no permite que la sal pueda ser pensada.
Ser judío hoy no responde a ningún motivo, sólo al deseo de serlo.

No creo que sea una condición de pareja ni de familia, sino una condición individual, que puede ser o no compartida por el resto de los miembros de la familia; pero que necesita de la búsqueda de un otro para crear un nosotros que se convierta, como dice Sastre, en el testigo de la singularidad de los otros.

Esa búsqueda de un otro para crear el nosotros implica la necesidad de un acto pues el ser judío habla de un formar parte , de ser un perteneciente; lo que torna insuficiente esa definición “visceral” del ser judío: “soy porque lo siento en las entrañas”, para necesitar de un otro con quien pertenecer, por un lado, y por el otro, para convertir ese nosotros en el testigo de la singularidad de “otros nosotros”.

Cuantos más testigos hay de la singularidad de otros, intracomunitariamente, aceptando las diferencias, es más probable que la crisis se haga visible, para encontrar otro sentido que sostenga la convivencia en ese nuevo proyecto.

Mientras el problema comunitario sea la asimilación, el punto crítico se agudiza, pues la asimilación es la condición para que haya comunidad.

El trabajo consiste en la transformación de un punto crítico en una crisis para que el cambio se haga posible, reconociendo que ya no se trata de garantizar la comunidad judía, tampoco como sostén del Estado de Israel ya que la comunidad se organiza cada vez más como si el Estado de Israel no se hubiese creado.

Al borrarse la primera imagen de la creación del Estado de Israel (en los que la tuvieron), y al no existir en aquellos que nacieron después, Israel es desconocida como ilusión y reconocida como desilusión, no sólo por lo que pasa sino también por lo que es. Israel es lo que pasa, en ambos sentidos; no lo que está, sino lo que pasa.

Los vínculos en la comunidad judía organizada, en especial el de dirigente-profesional son el resultado de una necesidad que determinó la transformación de una situación de transitoriedad (hacia Israel) en una situación permanente. No me refiero a los maestros, rabinos, profesionales que trabajan como tales pero que no eran nombrados como tales.

La diferencia consiste en que aquellos eran reconocidos como miembro de la comunidad en la que realizaban un trabajo. En cambio nosotros somos reconocidos como miembros de la comunidad por el trabajo que hacemos.

La desprofesionalización habla del proceso inverso, el pasaje de una permanencia en transitoriedad, pero no a Israel sino hacia el afuera.

Una crisis no se produce porque se nombra, sino porque una situación insostenible obliga a repensar un sentido.

MIETERIOS DE LA PROFESION

En la comunidad judía no existe tal crisis. La condición para la crisis es concebir a la familia judía como un socio que puede ser distinto y en lugar de llenar un vacío que resulta de su inconsciencia, dejarlo vacío y ver luego qué hace para resolverlo.

Hay un misterio en nuestro trabajo a nivel profesional.

Cuando entramos a trabajar en la comunidad éramos judíos con una ideología que comprometía nuestras vidas. Durante el desarrollo fuimos negando un estilo de vida que sentíamos que nos representaba e ingresando a otro que suponemos más actualizado, pero que no nos representa.

Así nuestro trabajo se fue separando de nuestra forma de vivir.
No aludo a lo obvio. Los cambios en el mundo, el cambio que se produjo en Israel, la incertidumbre, la responsabilidad que implica sostener una familia, etc.; me refiero a la transformación que lo exógeno produjo en nuestra interioridad, en lo que era de cada uno de nosotros, en lo que cada uno traía. Esa adaptación fue una manera de evitar la crisis.

Recuperar un espacio de reflexión en lo individual es una de las maneras de recuperar un espacio en lo comunitario, desde un nuevo tiempo que ingrese de tal forma, que la integración al medio circundante (que es hacia donde el proceso va), se haga conservando una conciencia que resulta de una historia compartida, y que nos legaliza para mantener un espacio propio donde conservar y desplegar nuestra singularidad. Espacio propio, no en el sentido ghettico ( aunque es también posible), sino en el mundo al que intentamos integrarnos.

Cambiar la mirada puede devolver otra versión de los hechos, donde uno puede verse a sí mismo y al otro como un distinto al que es.

Hace unos meses me invitaron a un encuentro de gente de tercera edad donde se presentaba, además, un conjunto joven de bailes israelíes. Me llamó la atención una mujer mayor que se sentó con mucha dificultad, ya que apenas caminaba.

Pero al cabo de un rato., mientras se cantaba en idish, la vi pronto suelta, libre, alegre y bailando.

Luego este baile se interrumpió para anunciar al conjunto de bailes israelíes. Entraron muchos jóvenes, que mientras bailaban tuve la sensación que apenas podían caminar.

*Este trabajo fue presentado en el IV CONGRESO DE PROFESIONALES DE LA COMUNIDAD JUDEO—ARGENTINA y III  CONGRESO LATINOAMERICANO en la plenaria sobre el tema “EL TRABAJO DEL PROFESIONAL EN UNA COMUNIDAD EN CRISIS”.

sábado, 26 de julio de 2008

Leyendo a Janan Nudel Z"L

Link al clip de la Actividad realizada en Buenos Aires el 18 de Julio de 2008 en su homenaje.

http://www.youtube.com/watch?v=aPeaCArWug4

sábado, 19 de julio de 2008

Mensaje de Ana Aruj

Gracias Natan por enviarme esto, aunque sea para recordar juntos, desde lejos, a nuestro querido Janan.
Cuando le hicieron un homenaje por el año de su fellecimiento me enteré el día anterior por Bemy Rychter y no pude llegar.
Igual siempre esta presente, como ejemplo en sus actitudes, como maestro frente a la vida, etc. Un abrazo.
Ana

miércoles, 16 de julio de 2008

Mensaje de Dany Goldman

Siendo shabat kodesh, lamentablemente no podré estar presente en el sentido homenaje a nuestro querido Janan Nudel z"l, pero no quiero estar ausente en el recuerdo de su palabra, su pensamiento comprometido, su amistad, su carácter pedagógico, su escritura y su sabiduría.
Tehí zijró Baruj.
Que su memoria pueda unirnos a los lazos de la vida e inspirarnos para que nuestra existencia pueda ser significativa, como fue la de él.
Con cariño
Dany Goldman

Leyendo a Janan Nudel


Encuentro de diálogo y reflexión

"EL MUNDO Y LA COMUNIDAD EN LA MIRADA DE JANAN"A un año de su fallecimiento y a 14 años del atentado contra la AMIA.

Organiza: Hagshamá+Tzavta Fecha: Viernes 18 de Julio Hora: 20:30 Hs. Lugar: Tte. Gral J.D. Perón 3638

miércoles, 18 de junio de 2008

Aviso Fúnebre Publicado el viernes 16/5 en Clarín

Nudel, Janan (Juan) Dr. z”l. Falleció 14.5.2007

Recordamos un moré, un madrij, un amigo, dotado de una percepción inusual
sobre nuestra vida cotidiana, las instituciones, la política y la familia.
Generoso y comprometido con sus amigos, sus pacientes, sus afectos. Un
guía imprescindible en cada momento de nuestras vidas. Alguien a quien
recordamos con nostalgia, pero también con la alegría de haber compartido
vivencias incomparables

Daniel y Ruth Colodenco
Enrique y Diana Burbinski
Enrique Grinberg
Leonardo Naidorf
Leonardo y Mashe Birman
Laura Fainstein
Natan Sonis
Mónica Cullucar